El tiempo se moja en el espejo
bajo la lluvia del astro candente,
enarbolado en la cruz: El Sumo Bien.
Bulle sangre el pétalo de su costado,
gimen el ocre madero y los clavos.
Palpita la arena y se amordaza.
Cristales rotos duermen en su mirada,
el fuego hace nido en su pecho,
se apaga la voz y resuena en todos los tiempos.
Segundo punzante en el universo,
inocente la faz del amor se cae
y una puerta a la luz eterna se abre.
Los ojos de la tierra encumbran aguaceros,
se disgregan en polvo las estrellas
sacudidos están los planetas.
Se desgarra la fibra reverente,
desciende el abismo a su lecho
y vibra la piedra del mortal en el pecho.
Despierta la conciencia de su sueño
ingresa el erial con su dulzura,
es la víctima el sentido de la existencia.
Ana Cevallos Carrión.
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Loja, 18 de marzo del 2014.
crucificado ana, las personas no entienden a jesús si lo entendieran la persona cambiaría...
ResponderEliminarpero tu poesía es linda como todas que haces, besos amiga